¿Mi confianza está puesta en Dios? ¿Suceda lo que suceda? Puede ser fácil y rápido responder la primera pregunta, pero cuando se agrega el segundo interrogante se hace un poco más difícil y tardía la respuesta, pues a veces se nos olvida en quien hemos puesto nuestra confianza. Y es que sucede que, en medio de la prueba, de las situaciones trágicas que puedan presentarse en nuestra vida, dejamos a un lado la confianza, como si el problema fuera más grande que Dios, dejándonos superar por tener una fe débil.
En algún momento de nuestro caminar espiritual nos llega la hora de la prueba, es seguro, esa hora en que la fe debe ser probada en el fuego, para ser purificada como el oro y llegar a ser mucho más valiosa
Dios en su providencia y para nuestro bien, permite ciertas pruebas o circunstancias en nuestra vida que nos llevan a un crecimiento espiritual, a un fortalecimiento de la fe, sabiendo que en toda dificultad que se presente siempre estaremos acompañados de su gracia, no estaremos solos, es necesario crecer en paciencia y esperanza, poder resistir al mal, crecer en humildad, confianza y dependencia de Dios.
No caigamos en un adormecimiento de la fe, que es lo que quiere el enemigo, que nos apartemos de Dios, que volvamos al pecado y rechacemos nuestra fe. No debemos huir de la batalla, cuando se presente la prueba tengamos confianza en Dios, debemos resistir con toda firmeza y con la fuerza del Espíritu Santo será superado todo dolor, toda dificultad, todo problema. Nuestra alegría es Jesús, por eso en medio de toda situación podemos estar felices. No busquemos las salidas falsas y que esclavizan, tales como el alcohol, vicios, corrupción, pasiones desenfrenadas, brujería, esoterismo, materialismo, pornografía, amuletos, nueva era, indiferencia, etc.
Cuando nos enfrentamos a los sufrimientos (enfermedad, tristeza, fallecimiento de un ser querido, dificultad económica, problemas en el matrimonio, en la familia, desengaños, riqueza, etc.), en diversas situaciones por las que pasamos, y nos sentimos en soledad, en un desierto espiritual, en la “noche oscura del alma” como lo llamaba San Juan de la Cruz, no olvidemos recurrir a Jesús, a la Palabra de Dios, ahí podemos encontrar respuestas de fe
Hagamos uso de la oración, aunque no tengamos ganas perseveremos en la oración, en donde encontraremos la fuerza que necesitamos para seguir adelante. No dejemos de servir, recuerda quien te llamó y eligió, no abandones la obra del Señor. Busca ayuda, no te dejes engañar por el orgullo o por la pena, acude a un sacerdote que actúa en nombre de Cristo para tu bienestar. Encuentra una comunidad, los hermanos nos ayudan en los momentos de prueba y aflicción.
No olvides que Dios tiene un propósito de salvación para ti y para muchas almas por medio de la prueba, tu experiencia puede servir de bálsamo y de apoyo para quien este atravesando dificultades. Transita este desierto abandonándote a Dios, aun cuando lo sintieras tan lejos e incierto, su gracia llevará esta obra a buen término.